miércoles, 4 de julio de 2007

Ta weno ya

Caminando a la pega, se me cruza un vago con tufo a vino. Agarrándo mi hombro derecho y tratando de direccionar ambas pupilas simultáneamente hacia una de las mias, me dijo: "yo soy consecuente con la libertad, Güevón de mierda!" Bañado por su tos sangrienta, cae a piso. Nadie tiene el derecho a implicar que no sigo con la flexibilidad de las oportunidades. Las puntas de mis dedos quedaron adoloridas de tanto patearle las costillas. En un servicentro limpio mi zapato de la hemoglobina y el piñén.

El manierista insurrecto

Autarquía binominal, matria exponencial, parto biparticional, llanto agotado. Ante tanto guacho sin calcetín me veo empujado a inaugurar el ministerio del buen augurio para aquellos pequeños que no nacieron en las instancias abcunales, todo en pos de poder alimentar, saciar, mitigar el hambre jeringal que pueda agobiar las calles. En un mundo antro apelante de la piedra doko, su abuso será ilimitado, delimitado por un par de accesores a “movidas” o “manos” exclusivas, alto precio alta paga. Emulando o imitando a los buenos vecinos del continente europial, el yugo de la droga se extrapolará a lo rural y en lo rural, rural se queda, piola muere. Después de todo, extirpada es la extremidad cancerígena que agobia al cuerpo, extirpación podológica.

lunes, 2 de julio de 2007

Escribir sobre la instancia actual que vivo.

El pulso ebulle presión arterial que retumba en la mente, con instancias paranoicas de asalto al hogar y uno cree la ficción auto impuesta; revisa los ventanales que dan al patio, la semiapertura del portón era ícono de la prótesis (prófesis), que retumbaba en las convulsiones rítmicas que el cuerpo emitia, drum'n'basseando. El plácido pelícano posaba postrado por poste paralelo a (conjunciones se hacen necesarias para mantener coherencia) presuntas profesionales paradigmáticas. El grupo de oficinistas se encontraba en su hora del descanso, majestuosas rechinan; máquinas en multinacionales alimenticias de la producción del café. Con el sonar de la campana, ingresan en misceláneo y relativo orden a sus respectivos cubículos. Sus reflexivas divagancias mentales no lo llevaban a algún sitio. Le procuraban un peso vertiginoso. A pesar de sus catastróficas estructuras, rinden cierto rol de apoyo. Lamentablemente, no se puede mencionar palabra más acerca de la historia, por motivos personales del personaje en cuestión.