martes, 19 de junio de 2007
Era en la casa de mi ex-novia, cuando ya no estabamos juntos, donde se creia (y comprobaba) que tenia grán afición por la carne (comestible; músculos de vacas y cerdos; a veces orgánicos a veces artificiales). Es en mi casa donde voy a la cocina, abro el refrigerador. El paquete de churrascos prefabricados JUMBO es el que me arroja a un tiempo relativamente distante, donde esa L que era considerada (y usada como) cocina. El freir de los bloques de hielo marrones ornaban al paisaje sonoro de las tardes dominicales. Mi instinto, en cierto modo de supervivencia, gatilla desdén entrañal para mantenerme alejado del producto, productor de nostalgias.
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