sábado, 12 de mayo de 2007

¿Puede uno decir “no me nace cumplir más años”?

El 19 de mayo para mi es el día más frío de todo el invierno. Me entristece ser un año más vieja y tener que madurar más aún de lo que ya he madurado. Me angustian las exigencias y el cumplimiento de los compromisos de protocolo, las reuniones obligadas, la gente que no quiero ver y así, cada vez me pongo más ermitaña.

No me gusta la responsabilidad de estar de cumpleaños, lo de recibir a todo el mundo con los brazos abiertos y escuchar la misma frase que pierde su sentido cada vez que la dicen; feliz cumpleaños. Una y otra vez la misma cosa que nunca pasa de moda, la sensación de que es un día importante cuando realmente no lo es, el amargo de pegarse los gomazos de que hay tanta cosa que uno deja atrás y es ahí donde comienza el martirio de todos los años.

¿Habré escogido bien? La pregunta que no se acaba porque es un bucle infinito, una costra que se pone cada vez más dura porque cada vez voy dejando más atrás y me dan ganas de recuperarlo todo. Pero en verdad no son ganas, sino un revoltijo grotesco de remordimientos y culpas por abandonar lo que algún día me hizo feliz.

Es una mierda realmente, porque tengo claro que al final de ese día sí quiero que mi familia y amigos más cercanos me deseen un feliz nuevo año de existencia, que me abracen apretado por lo de las energías y eso, pero no podré evitar nunca esa dualidad que me grita que me esconda y al mismo tiempo se pregunta porqué el teléfono no suena.

Este año va a ser distinto, lo sé, porque de alguna u otra manera creo que este verano en mí hubo un cambio radical de actitud, pero si de algo tengo certeza, es que del llanto no me salvo.

Por Winifrede Walbaum
http://frenesic.cl.nu/

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