domingo, 25 de enero de 2009

Una banda grunge tocó el otro día en el Callao’s. Dentro del público se encontraba la acreedora de un marcapasos. El pulso electrónico se alteró con la estática de la suela de sus zapatos acariciando nerviosamente la alfombra. El poder del riff y su acompañante le hacían la paciencia progresivamente angustiosa, que sostenía ya con el dedo meñique.

Ella tumbada en el piso y todos rodeándola, todos los banqueros y contadores. Un uniformado en terno levantaba el marco de sus lentes y leía el reloj de la misma mano mientras la otra presionaba la muñeca. Los golpes en la frente no la despertaron.

“A esta mujer le ha estallado el corazón”

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