jueves, 26 de abril de 2007

Antimonio

El fútbol, exinto en mi imaginario, sigue repercutiendo en la lengua fraternal, cuando la invasión humoexhalante se hace efectiva, tiñendo las partículas de oxígeno en mi habitación, dejando un peculiar beige y el ambiente dentro de un pulmón cancerígeno. Y ahí llega, a base del jueguito de play 2, a sentirse docto, prodigio y sabio porque sabe datos futbolísticos. La malversación es temporal, pero paso por el momento donde, francamente, me irrita de desmanera su monotonia dialogal. Y su imposición sobre todo tema, hasta en los que se nota que no es así, que está freejazzeando, y mal. Me pregunto si dicha soberbia es parte de su ser, es una máscara o una anomalia generada en y justificada por hechos pasados. Le quiero, de eso no hay duda, pero su presencia semanal me agobia, me consume. El hombre que asume un divorcio como estar ausente de lunes a viernes y de sábado a domingo estar presente en su casa viene a darme clases de moral, ética y visión de mundo.

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